Delicada, cremosa y con ese puntito dulce que le da la cebolla caramelizada, esta quiche con queso gruyere es una de esas recetas que siempre quedan bien. Parece sofisticada, pero en realidad es muy fácil de preparar, y lo mejor es que sirve para todo: un brunch con amigos, una comida ligera o incluso para llevar en un tupper al trabajo. El gruyere le da un sabor intenso y ligeramente ahumado que combina de maravilla con la suavidad de la cebolla cocinada lentamente. Yo la hago mucho cuando quiero sorprender sin pasarme horas en la cocina. Se puede comer caliente, templada o fría… ¡versatilidad total y sabor asegurado!
Lo primero es preparar la cebolla caramelizada. Para elllo cortamos en juliana las cebollas y las salteamos en una sartén con una cucharada de aceite de oliva, a fuego suave durante 45 minutos removiendo de vez en cuando. Si queremos acelerar elproceso, pasados 30 minutos añadimos una cucharada de azucar moreno, removemos y estaría lista.
Disponer la masa en un molde, ligeramente engrasado, cortando los bordes. Pinchar la masa, poner papel de horno con peso (unos garbanzos, por ejemplo) y hornear a 180 grados 10 minutos. Retirar el peso, hornear 10 minutos más.
Freir el guanciale, soltará mucha grasa, podemos dejarlo sobre papel absorbente para retirar el exceso.
En un bol, batir los huevos con la nata, la sal y pimienta.
Rallar el queso.
Sacar del horno la base, algo dorada debería de estar, añadir el queso, la cebolla caramelizada, el guanciale, la mezcla de huevos y nata, más queso y el tomillo fresco.